Hecho de silencios que duran años, “The Lost Sessions” es uno de esos discos que un buen día amanece para devolvernos otros tiempos.
Corría el año 1999 cuando Víctor Partido decidió, mientras rasgaba su guitarra sin apenas poder mirarse al espejo, henchido de emoción pero distorsionando las dimensiones, que quería grabar sus primeras y secretas composiciones. Carles Cagigal, genio creativo y efusivo productor que compartió banda con Selenitas, Sidonie y Ovni y entorno musical con toda una ciudad, se convirtió en aquella luz que guiaría hacia un destino las composiciones de Víctor. Durante numerosísimas sesiones que se dilataron a lo largo de varios años, Víctor y Carles dieron vida a las diez piezas que ahora conforman “The lost sessions (1999 / 2003)”.
La sabiduría incipiente de Partido se exhibe en esta primera encarnación musical, a lo largo de un cancionero donde se puede sentir el pulso de los días, una hermosa excitación compositiva, más las numerosas corrientes que atravesaban las ventanas del estudio donde ambos grabaron tardes y tardes. Unas sesiones donde Jesús Senra, de Sidonie, aparecía un día y grababa, en una sola toma, toda la línea de bajo para ‘The Roundabout’, Marcel Cavallé, compañero de Carles en Selenitas, hacía lo propio en ‘Happy Birthday’ o Marc Vilaclara, de Los Reservas, decidía aportar segundas voces al aéreo recorrido de ‘Leaving all behind’. Los sonidos del momento se entrecruzaban, dando lugar a una carrera sonora donde se aprecia el testigo musical entre épocas. Así, lo mismo te puedes perder en los pantanos de distorsión hipnótica y psicodélica de ‘The Roundabout’, contagiarte con la fuerte energía de pop frontal de ‘Happy Birthday’, lanzar alaridos sentimentalmente vindicativos gracias al punk con marco grunge de ‘F*ck you (You’re Breaking My Heart’) o sentirte herido en el despertar árido del folk de ‘Bulletin Board System’, donde se dibuja una mañana anónima a cien días de la última tormenta.
La trágica muerte de Carles Cagigal sesgó el panorama en un tiempo en que todo era joven todavía. La comunidad musical lloró su pérdida, pero pocos quedaron tan afectados como Víctor. Poco después de tocar, casi inadvertidamente, en el concierto de homenaje a Cagigal, Víctor vendió todo su equipo y dejó atrás la música y los sueños que en torno a ella había ido construyendo.
Ahora, aquellos primeros pasos que nunca debieron olvidarse salen a la luz y toman la forma de unos cuantos vinilos, que sirven de testigo de un gran tramo de la historia musical de Barcelona, y de imborrable homenaje al genio y la figura que fue, que siempre será, Carles Cagigal.